Pekín. En medio de las celebraciones por el centenario del gobernante Partido Comunista, el presidente de China, Xi Jinping, entregó medallas a miembros leales de la formación y pidió la adhesión al marxismo.
El discurso de Xi en el acto del martes sigue a una lujosa celebración en el estadio Olímpico de la capital, Pekín, en la víspera que hizo hincapié en el ascenso a la relevancia económica y política del país tras las reformas promulgadas hace más de 40 años.
Aunque alienta el desarrollo de la industria privada, el partido gobernante ha mantenido un férreo control sobre el poder político, además de políticas preferenciales hacia las compañías estatales.
“Todos los camaradas del partido deben tomar su fe en el marxismo y el socialismo con las características chinas como propósitos de vida», dijo Xi en su discurso a los receptores de las medallas. Las celebraciones concluirán el jueves con un acto en la Plaza de Tiananmen de Pekín.
En sus nueve años al frente del partido, Xi se ha alzado como el gobernante chino con más poder desde Mao Zedong, quien fundó la República Popular en 1949 tras derrotar a los nacionalistas de Chiang Kai-shek en la guerra civil.
Igual que Mao, el mandato de Xi no tiene restricciones temporales y, con 68 años, podría mantener las riendas de la nación por muchos años. Mientras reprime cualquier signo de oposición política interna y promueve una campaña anticorrupción, ha avanzado en una política exterior cada vez más firme que busca controlar el Mar de la China Oriental, intimidar a Taiwán para que acepte el control de Beijing y unirse a Rusia en el desafío a la influencia de Estados Unidos en cuestiones internacionales.
El Partido Comunista chino tiene casi 92 millones de miembros, poco más del 6% de los mil 400 millones de habitantes del país. La inmensa mayoría de los funcionarios gubernamentales y líderes de la industria estatal son miembros de la formación, brindando que el liderazgo elogia como una fuente de cohesión social frente a las divisiones partidistas en Estados Unidos y otros lugares.
A la par de las celebraciones por el centenario, el partido ha estado dando una amplia cobertura a través de los medios estatales a la desigualdad racial y a otros problemas sociales en Occidente. Esto parece reflejar la confianza en su capacidad para desviar las fuertes críticas por la detención de más de un millón de uigures y la represión a la libertad de expresión y a sus rivales políticos en Hong Kong.
En su discurso, Xi dijo a los miembros del partido que deben liderar el esfuerzo hacia el “gran rejuvenecimiento” de China, una referencia a su agenda para recuperar su papel de hace siglos como potencia regional e internacional en cultura, economía y poder militar.
“En la nueva marcha hacia una nación socialista moderna totalmente establecida, sigan avanzando hacia los objetivos del segundo siglo», afirmó.
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