Moscú. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó ayer que su país “es el único que está dispuesto a compartir con otros la tecnología de producción” de sus vacunas, y encomendó al gobierno ruso estudiar la forma de concretar la idea de llegar a un acuerdo para liberar las patentes y producir vacunas contra el Covid-19 en apego a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que permite hacerlo en situaciones extraordinarias como la actual pandemia.
“Rusia apoya el planteamiento de que en las condiciones presentes tenemos que pensar no en cómo obtener las máximas ganancias, sino en cómo garantizar la seguridad de las personas. Y esto sólo se podrá lograr si las vacunas se van a utilizar en una mayoría abrumadora de países. Entonces podremos tener inmunidad de grupo en la verdadera extensión de la palabra”, subrayó el mandatario ruso en conversación con la vice primera ministra Tatiana Golikova, quien informó al titular del Kremlin en videoconferencia que ayer se autorizó en Rusia una cuarta vacuna.
Se trata de la variante unidosis de la Sputnik V –llamada Sputnik Light por el Centro Gamaleya, que la lanza al mercado– que obtuvo el registro como solución de emergencia para su uso en Rusia, aunque Kiril Dimitriev, director del Fondo Ruso de Inversiones Directas (FRID), a cargo de la comercialización de los biológicos rusos que se exportan, precisó que esta variante no se va a emplear dentro de la Federación Rusa.
Y no se va a utilizar aquí porque existe el entendimiento tácito de inocular a los rusos –la decisión de vacunarse, cabe aclarar, es por completo voluntaria y por eso va mucho más lenta de lo deseado: al día de hoy son 9 millones 400 mil personas con el esquema completo y 13 millones 400 mil con una sola dosis– con el segundo biológico registrado en este país, el Evi-Vac-Korona, del centro Vektor de Novosibirsk, que según sus creadores para ser realmente efectivo necesita tres dosis.
El Sputnik Light de una sola dosis que propuso Rusia como alternativa o complemento a los suministros de la Sputnik V –según comentó a La Jornada durante su reciente visita a Rusia el canciller Marcelo Ebrard–, de ser aprobada por las autoridades sanitarias mexicanas, sería una magnífica solución de emergencia que reduce los problemas de la logística y los tiempos de la vacunación de personas de 18 a 60 años, pero tiene el inconveniente de que la inmunidad que genera dura menos que la producida por el esquema completo de dos dosis.
En otras palabras, podría solucionar un problema inmediato, en un amplio grupo de población expuesto a posibles contagios, aunque debe volver a aplicarse al menos seis meses después para lograr la inmunización deseada.
Esta suerte de mezcla de la vacuna original se creó para obtener lo más rápido posible la inmunidad de grupo en poblaciones en zonas de alta incidencia del Covid-19 o con personas que, después de enfermar por el coronavirus, mostraron pocos anticuerpos o ninguno.
Según el FRID, el grado de eficacia de esta vacuna unidosis, que empezó a someterse en fase uno y dos a pruebas de seguridad y generación de anticuerpos en enero de 2021, alcanza –después de 28 días de inocularse– 79.40 por ciento, muy cercano al 80 por ciento que deben mostrar las vacunas de dos dosis.
De acuerdo con sus promotores, los voluntarios que se han aplicado la Sputnik Light muestran, al término del primer periodo de experimentación, 91.67 por ciento de anticuerpos que neutralizan el coronavirus. Dicen que las investigaciones de laboratorio confirman su eficacia frente a todas las cepas conocidas del coronavirus y que no se han observado reacciones indeseables después de la inoculación.
La tercera fase de ensayos clínicos –en la cual participan 7 mil voluntarios en Rusia, Emiratos Árabes Unidos, Ghana y otros países– se dará a conocer este mes.
Juan Pablo Duch / La Jornada