Julio César Chávez lo dijo como si arrastrara el cansancio acumulado de una vida en el boxeo. “Me despido”, aseguró hace unas semanas, aunque desde 2005 se retiró del oficio que lo consagró. Hace poco más de un año volvió al cuadrilátero para hacer una serie de combates de exhibición que entusiasmaron a algunos nostálgicos y a nuevos aficionados.
Después de tres peleas contra Jorge Travieso Arce, el legendario Chávez volverá a dar una función para despedirse el 19 de junio en el estadio Jalisco. Sin embargo, no se irá solo; esa noche estará acompañado por peleas de sus hijos Omar y el Júnior, quien regresará ante un ex campeón de artes marciales mixtas de la UFC, el brasileño Anderson Silva.
“No sé si le perdonen un muevo tropiezo a Julio César Chávez Júnior”, previene al respecto Héctor García, promotor y responsable de eventos en el CODE Jalisco, que apoyará a los promotores en la logística para esta función.
“El Júnior ha perdido en combates que se pensaba tenía posibilidades de ganar”, agrega García; “ahora, ante un artemarcialista ya retirado… no sé si le perdonarían un nuevo tropiezo”.
Las derrotas ante Daniel Jacobs en diciembre de 2019, combate en el que el Júnior ya no quiso continuar por una fractura en la nariz, y la sorpresiva caída ante Mario Cazares en septiembre de 2020 desataron esa jauría recurrente contra el boxeador hijo del ídolo.
“Regresar ante un peleador que no tiene nada que ver con el boxeo puede ser riesgoso”, opina García; “a mí no me gusta mezclar dos disciplinas que no tienen relación. Si de manera sorpresiva llegara a perder el Júnior, estaría en dificultad su carrera; viene de derrotas que le han costado muchas críticas”.
La respuesta es de alto contraste. Mientras a Chávez padre lo consideran un ídolo incomparable al que la gente aún quiere tener cerca, a Júnior lo miran con severidad. “Hay cierto morbo en verlo, sobre todo en un encuentro como éste”, considera García.
Fuente: Juan Manuel Vázquez, La Jornada