Britney Spears denunció esta semana, a través de su propio testimonio judicial, la situación de represión y sometimiento que ha marcado los últimos 13 años de su vida: todo ello a causa de esa polémica tutela económica y legal que ha venido ejerciendo principalmente sobre ella su padre Jamie Spears, responsable en muchos casos de la profunda depresión en la que ha caído la intérprete al verse privada de libertad a la hora de gestionar sus asuntos más personales.
De esta forma, la princesa del pop confirmó muchas de esas teorías que difundió el movimiento #FreeBritney desde hace ya más de dos años, en relación con la ‘encarcelación’ sutil y disimulada de la diva.
A lo largo de todo ese período, incluido el posterior confinamiento doméstico motivado por la llegada del coronavirus, Britney trataba de poner al mal tiempo buena cara, sobre todo para no ofrecer muestra alguna de debilidad ante sus fans, con vídeos y mensajes de Instagram marcados por un excesivo optimismo que resultaba francamente sospechoso.
Ahora la artista ha querido disculparse con todos sus admiradores de la esfera virtual precisamente por haber tratado de ocultar todo ese sufrimiento que estaba padeciendo de puertas para dentro.
Este gesto implica un cambio de registro muy significativo y que, afortunadamente, llevará a Britney a expresarse con mayores niveles de sinceridad y transparencia sobre el trato denigrante y vejatorio que no ha dejado de recibir a cuenta de sus ‘tutores’: una pesadilla que ojalá termine pronto.
Quien