A Tigres, con Ricardo Fe-rretti en el umbral del adiós, le regalaron un penal con el que venció a Rayados, cuyo técnico, Javier Aguirre, propició una gresca. A Chivas les bastó ligar tres triunfos para salir de la depresión, tomar impulso y arañar los ocho primeros sitios de la Liga Mx; en sentido inverso Atlas perdió vuelo y ante Necaxa se jugará un multimillonario partido; lo mismo el San Luis, que va contra los Tuzos. Potosinos y rojinegros dan patadas de ahogado para evadir la multa mayor.
A pesar de que el futbol mexicano de un plumazo desapareció el ascenso y descenso –esencia de la competitividad y del espíritu deportivo–, hoy los nervios se crispan al máximo. Atlético San Luis o Atlas hace unos meses hubieran pagado sin chistar 120 millones de pesos para no perder la categoría, pero hoy quisieran salvar con uñas y dientes 50 millones de pesos y erogar sólo 70, cifra que corresponde al penúltimo lugar de la tabla de cocientes.
Las fechas postreras del torneo regular se convierten en las más candentes del gris certamen afectado por el Covid, que durante semanas resultó soporífero. El más claro ejemplo resulta Tigres, uno de los clubes más ricos del continente. Desde el primero hasta el último integrante felino se durmieron en sus laureles, perdieron el hambre de gloria, estaban extasiados tras el subcampeonato en el Mundial de Clubes logrado en tierra de jeques y se negaban a aterrizar en el inframundo de la Liga Mx.
Los técnicos viven con el equipaje listo, conscientes de su frágil situación, sin embargo, la excepción hace la regla y esta resultó ser Ferretti. ¡El Tuca ni maletas tenía! ¿y cómo si nunca lo habían echado de ningún club? ¡menos iba a esperar semejante acción del que hizo multicampeón! Claro que nada fue gratis, en 11 años cobró y muy bien por sus servicios, con juego poco vistoso, cierto, pero ahí están los trofeos. Hace días, en rueda de prensa y sin sombra de duda se ufanó de que iba a renovar contrato.
La directiva felina le dio un brusco despertar, le tocó Las Golondrinas a ese cuerpo técnico de lujo que incluye a un ex timonel nacional, Miguel Mejía Barón. La plantilla regia fue sacudida hasta la médula, a los jugadores les pidieron ser profesionales y devengar sus jugosos sueldos, y como el torneo es de manga ancha, la victoria en el clásico regio los puso en un santiamén a buen resguardo, en zona de repesca. Ahora todo puede pasar, inclusive que a Ferretti le den un cargo de consolación en el club.
Fue cosa de abrumar con elogios al Puebla para que perdiera su paso triunfal y apenas empató frente a Pumas; tendrá que pelear en choque directo el último boleto a cuartos de final contra Santos, pero los Rayados, que reciben al Mazatlán, también quieren su sitio entre los cuatro primeros. El Vasco Aguirre otra vez perdió los estribos, en la agonía del clásico regio se salió del área técnica y puso el puño derecho en el rostro de Carioca, quien reaccionó furioso y todo derivó en una trifulca.
Hay un malentendido entre los árbitros, quienes tienen la instrucción de dar fluidez al juego, pero lo hacen sin buen criterio o de plano ceden el mando al VAR, marcan faltas intrascendentes y omiten algunas graves, incluso de expulsión e inventan penales, como el que inclinó la balanza en favor de Tigres. Los silbantes no valoran ni sancionan correctamente y esto propicia que los ánimos se sulfuren, abundan los roces y los jugadores buscan hacerse justicia por mano propia.
Donde sí triunfó el espíritu deportivo sobre los intereses económicos fue en Europa. Cómo quisiera Florentino Pérez, mandamás del Real Madrid, tener la ubicación geográfica de México y orquestar un meganegocio futbolero con Estados Unidos. Tal parece que la incipiente Liga norteamericana con que tanto sueñan los federativos mexicanos fue la inspiración de la malograda Superliga, pero los metálicos argumentos de Pérez no convencieron a la Federación Internacional ni a la UEFA.
El negocio de las patadas es muy caro, ni duda cabe, el Barcelona ya fracasó en su intento de llevar un partido de la liga española a Miami, y Pérez, negado a la derrota, soltó un dato perturbador, advirtió que “los jóvenes han empezado a perder interés en el futbol”.
La Jornada