Nueva York. La democracia estadunidense corre peligro, reafirman muchos, pero tal vez es porque, a veces, la democracia es un peligro para algunos, lo cual se expresó de diversas maneras esta semana, incluido el espectáculo del Senado votando en contra del derecho al voto, el anuncio de una investigación legislativa sobre la intentona del golpe de Estado del 6 de enero, castigos judiciales a figuras nacionales por mentir en torno a elecciones, y hasta el triunfo del socialismo en una ciudad industrial.
Desde el presidente Joe Biden hasta líderes legislativos, periodistas, defensores de libertades civiles, líderes sociales, sobre todo de comunidades minoritarias, y expertos, repiten cada día que “la democracia está en peligro”, alarma que se intensificó durante la presidencia de Donald Trump y culminó con el asalto al Capitolio para interrumpir el proceso electoral constitucional, el pasado 6 de enero.
La semana empezó con el Senado de Estados Unidos votando en contra la democracia. Un voto sobre el proyecto de “ley para el pueblo” para la defensa y ampliación del sufragio efectivo a nivel nacional fue derrotado el martes por una minoría, bajo las anticuadas reglas de la cámara alta, donde es posible que 41 votos sean más que 59, lo que en cualquier lugar, menos ahí, violaría el principio democrático de que la mayoría triunfa.
De hecho, el voto inicial era sólo para abrir un debate de esa iniciativa de ley para fortalecer el derecho al voto en el país, pero la minoría republicana, empleando esa regla que requiere de 60 votos –y no 51 que son simple mayoría en la cámara alta de 100 integrantes– conocida como filibuster impidió la aprobación de la iniciativa.
Esto, a pesar de que el martes Biden instó al Senado a promover ese proyecto de ley advirtiendo: “no nos podemos estar quietos mientras la democracia está en peligro aquí, en Estados Unidos. Tenemos que proteger el derecho sagrado al voto y asegurar que ‘nosotros, el pueblo’ escogemos a nuestros líderes, la mera fundación sobre la cual depende nuestra democracia”.
Pocas horas después, esa iniciativa –apoyada por la mayoría del Senado, ya aprobada por la cámara baja y respaldada por una amplia mayoría de la opinión pública– fue frustrada. Los republicanos argumentaron que la iniciativa no contenía las medidas necesarias para proteger al sistema electoral del fraude.
Biden denunció que la maniobra republicana “fue la supresión de un proyecto de ley para poner fin a la supresión de los votantes”, y prometió que continuará la lucha por los derechos democráticos.
El miércoles, líderes de derechos civiles incluido el reverendo Jesse Jackson y el copresidente de la Campaña para los Pobres, el reverendo William Barber, fueron arrestados en Washington en un acto de desobediencia civil para exigir la anulación del filibuster y la aprobación del proyecto de ley en defensa del derecho al voto y por denunciar el argumento de los republicanos, sólo como parte de los esfuerzos para suprimir el voto de minorías y pobres en el país.
A pesar de que múltiples tribunales estatales y federales del país, incluida la Suprema Corte, y las autoridades electorales, entre ellas republicanas, desecharon por falta de evidencia todos los argumentos de Donald Trump y sus aliados, de que la elección presidencial fue robada por fraude, ese argumento continúa como una efectiva arma política para minar la confianza en los procesos electorales y para promover medidas con el fin de limitar y obstaculizar el voto en decenas de estados por todo el país. Críticos señalan que los republicanos saben que necesitan suprimir el voto, sobre todo de minorías, y los pobres, para poder ganar elecciones en varios estados y a nivel nacional.
Suspenden licencia a Giuliani en Nueva York
Ayer, citando la promoción de ese falso argumento del ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, un tribunal estatal suspendió su licencia de abogado en el estado de Nueva York al determinar que “hizo declaraciones demostrablemente falsas y engañosas a tribunales, legisladores y al público en general en su capacidad como abogado del ex presidente Donald Trump”. El tribunal falló que “la conducta (de Giuliani) amenaza de manera inmediata al interés público y amerita una suspensión” de su licencia.
Pero Trump y otros siguen insistiendo en que éste perdió la elección sólo por un fraude masivo, aun después de que esos argumentos motivaron un ataque sin precedente contra una de las máximas instituciones de la democracia de Estados Unidos.
Este jueves, la presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi –después de que los republicanos rehusaron conformar una entidad independiente bipartidista– anunció la creación de un comité selecto para investigar a fondo el asalto al Capitolio por simpatizantes de Trump.
Pelosi caracterizó el asalto al Capitolio del 6 de enero por unos 800 simpatizantes de Trump, entre ellos supremacistas blancos y otros ultraderechistas, “como uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación” y dijo que el objetivo del comité especial de la cámara baja será “establecer la verdad de ese día y asegurar que un ataque como ese no pueda ocurrir de nuevo”.
Mientras, a nivel local el proceso democrático ofreció sorpresas.
La elección primaria en Nueva York, la principal ciudad de Estados Unidos y la más diversa con más de 200 idiomas y más del 40 por ciento de sus 8 millones de residentes inmigrantes, se llevó a cabo el martes con un resultado preliminar que coloca a Eric Adams, presidente del condado de Brooklyn y ex policía, en primer lugar, y a la abogada progresista Maya Wiley, en segundo, entre un elenco de 13 candidatos. Bajo el nuevo sistema que ofrece a cada votante cinco preferencias para alcalde, no se sabrá quién es el ganador por algunas semanas.
En una ciudad demócrata, quien gane la primaria casi siempre determina el resultado de la elección general en noviembre. Para progresistas que tenían mayores expectativas, un triunfo de Adams –apoyado por multimillonarios y parte de la cúpula política tradicional– es un revés.
Pero en una gran sorpresa al norte del estado de Nueva York todo indica que pronto habrá una ciudad mayor estadunidense gobernada por socialistas, por primera vez en 60 años. India Walton, ex enfermera, sindicalista y activista comunitaria afroestadunidense que se identifica como socialista democrática, ganó la primaria demócrata en la ciudad industrial de Buffalo –lo cual casi siempre asegura su triunfo en la elección general– y lo hizo declarando que “somos los trabajadores, nosotros hacemos el trabajo y merecemos un gobierno que trabaje con y para nosotros”.
O sea, a veces la democracia plenamente ejercida es peligrosa para las cúpulas.
“Cuando hablamos de democracia en Estados Unidos, estamos hablando de una persona, un voto. De lo que no se trata es de multimillonarios empleando su riqueza para comprar nuestras elecciones, o estados suprimiendo el voto al negar que la gente pobre o de color tenga el derecho a sufragar”, afirmó esta semana en la cámara alta el senador Bernie Sanders.
David Brooks / La Jornada